sábado, septiembre 23, 2006

¿De Coll a Perth?

Del Parque Coll a la casa donde vivía, pasado el puente, en un lugar donde las casas tenían una especie de portal de entrada, no había más de 20 minutos en auto. Ese día, como siempre estaba con DO en el menester de fumar. Más que nada, en cada aspirada y expirada, hablábamos de la vida, de la rutina de vivir por allá, de la poca pega pero muchos proyectos. Recién veníamos de buscar información para concursar en la edición de un libro, con sendas ganancias pa'pasar el apremio económico, y quedarse viviendo un tiempo más.
DO me animaba, me decía que tuviera paciencia, que ya vendría la pega, que llevaba seis meses recién, que luego estaba lo de Andacollo (iba como coordinador de un observatorio turístico), y que saldría cualquier peguita emergente, que de seguro si sabía algo, era para mí, dado firmado inclusive.
Yo estaba como en otra. No por el efecto del cigarro, ya estaba acostumbrado a fumar sin filtro. Mi cabeza trataba de entender porque no resultaba. Algo andaba mal. Si me había ido para buscar tranquilidad, esperanza. Ser feliz. La última oportunidad. Algo pasaba, muy fino socabando poco a poco, carcomiendo el espíritu, la sin razón de la ausencia del amor a la vida.
Mi sentido pesimista a full, veía lo que había dejado en Stgo., amigos, pega, solvencia económica, un mundo que no estaba en los alrededores de Coll, ni mucho menos.
EL masaso que sentí en ese instante fue duro, aturdido, dejé a DO en la U, me fui a la casa que arrendaba. Más de una hora me demoré. Trataba de masticar el asunto. No era el territorio, era mi cabeza, los miedos que estaban conmigo. No era la casa que había dejado irreflexivamente, sino más bien mi historia, mis recuerdos, mis prisiones y oscuridades. Temor, finalmente.
Llegando a casa, me cuentan que el proyecto del libro era para autores nacionales, el nuestro era extranjero. Cagué otra vez.
De allí a Stgo., no fue más que conseguirse la plata con mi hermano (espero que luego me tienda otra mano), llegar al mismo lugar, para afinar el funeral y el entierro. No era el Parque Coll, tampoco Chanavia. Espero que Perth me dé una tregua.

viernes, septiembre 22, 2006

Photoshop 180º

Seis fotos tomadas con la ayuda de un trípode made in ingenio chanavia. Claro con
photoshop, para calar.
La parte del limón quedó mal, pero la foto en si está mejor que la anterior, que fue pegar con un programilla de fotos de microsoft.
Rockódromo 2005 - La Floripondio 2

lo que siempre quise hacer, cantar en calsoncillos tipo citroneta

jueves, septiembre 21, 2006

Experimento en 360º

miércoles, septiembre 20, 2006

O de la Vida o de la Muerte






Don Juan reposaba de sus estertores. La tos lo atacaba cada vez que daba más de cuatro suspiros carrasposos, parecía un motor de un viejo auto, casi a punto de parar pero dando la batalla a la combustión. Pero era dura la neumonitis que tenía, muy dura para su edad: 94 años. Rodeado de sus familiares directos, Juan necesitaba solamente a su hija menor, ella era quien en la justa medida le traía agua en un vaso con pajita, la que sacaba sus escupos, la que lo tapaba cuando se movía a causa de la violenta tos, que a cada ataque lo iba minando, lenta pero inexorablemente.
Hacía rato que lo andaban trayendo de hospital en hospital. En todos ellos, su hija menor obtuvo la misma respuesta: "la edad, no se puede internar, la edad". De allí que de un simple resfriado, pasó a la neumonitis. Sentencia de muerte por su edad, como si a los 94 años debiera dar gracias a Dios por vivir tanto y morirse piola, por eso mejor no internarlo, de todas formas morirá, y si ocurre en manos de enfermeras y médicos, podrían acusarlos de no atenderlo bien, negligencia, y un largo etc. Mejor decir "la edad". Aunque no faltó el médico que quería hacerle "N" exámenes, incluyendo próstata, sin ser especialista en geriatría, gastos y más gastos, cosa que la familia pensó no hacer por "la edad" del nonagenario.
Don Juan moría, en cada tos sanguinolienta, escapaba vida. No hay mucho que hacer. Y si Don Juan no quería ver a otro familiar, era porque su hija mayor teñía su pelo (no sé si para el 18 o para el funeral, o para recibir a las visitas), su hijastro meta tallas, su nieta preparaba notas en su mandolina (o charangocanutodedíadomingocontiritascolgando) que seguro le tocaría en su honor, la nuera limpiando platos, en fin, haciendo lo que hace la gente viva, a pesar de que Don Juan estuviera muriendo. Menos su preferida. Seguro que después quedará pidiendo terapia de sueño, para superar la muerte de su padre, o tal vez para decirle a los demás que ella realmente lo quería, la más santa, la más abnegada, la más loca. Que prefiere morir en vida en honor del finado. Y la cara y la actitud la tenía. Tanto que si se salva Don Juan, su tony no tendrá ningún sentido.
Aunque a Don Juan, eso le importará bien poco, siempre que siga vivo.

domingo, septiembre 10, 2006

Del Infierno al Purgatorio

Tomado desde lo primigenio del hombre como especie. El fuego y su dominio. Alejarse del peligro de la noche, exorcisando demonios y miedos, ensimismados por la fogata, por largo rato quedamos piola.
Dos niñitos chicos (Simón y Lya) atizaban con trocitos de madera terciada la fogata, que hacía las veces de combustible para prender los troncos más grandes. Generosos en su accionar, varias veces la llama pasó el límite de seguridad esperado. Aunque no existía ni el más minimo intento de bajar la intensidad con agua. Más bien todo lo contrario. A más fuego, más hipnosis colectiva, unido con el trago y más de alguna liada. Idos a la selva, a la cueva apretujados por el frío y el miedo del felino al acecho.
Bendito fuego, su poder nos lanzó al dominio del intelecto. Causa y efecto. Comida cocida, protección, cerámica, en fin, la vida misma del sapiens. Su cultura y acervo.
En la espera de lo que sería cocinado, leños más grandes de durazno empezaron a caer uno a uno (para no causar ahogo a la fogata) al infierno causado. La búsqueda perfecta de brasas, para lograr el efecto esperado.
Y si bien es cierto que hice la comida, no me importa tanto el trabajo, sino la sensación de estar reunido en un gran círculo de protección. Adultos, niños y animales (el perro de la casa, quiltro digno y viejo, sin oído ni vista por su avanzada edad, se incorporó de su lecho, buscando la calidez del fuego, seguro que algo pasaba, su instinto iba a un trozo de carne caído del fogón o entregada por la mano solidaria del amo, de hecho degustó las partes más tiernas de lo consumido, para no cagarle los pocos dientes que le quedan) en perfecta armonía. Tribu, finalmente.
Seguro después vendrá la salvación. Siempre y cuando siga quemando.
pd: gracias negrito