miércoles, septiembre 20, 2006

O de la Vida o de la Muerte






Don Juan reposaba de sus estertores. La tos lo atacaba cada vez que daba más de cuatro suspiros carrasposos, parecía un motor de un viejo auto, casi a punto de parar pero dando la batalla a la combustión. Pero era dura la neumonitis que tenía, muy dura para su edad: 94 años. Rodeado de sus familiares directos, Juan necesitaba solamente a su hija menor, ella era quien en la justa medida le traía agua en un vaso con pajita, la que sacaba sus escupos, la que lo tapaba cuando se movía a causa de la violenta tos, que a cada ataque lo iba minando, lenta pero inexorablemente.
Hacía rato que lo andaban trayendo de hospital en hospital. En todos ellos, su hija menor obtuvo la misma respuesta: "la edad, no se puede internar, la edad". De allí que de un simple resfriado, pasó a la neumonitis. Sentencia de muerte por su edad, como si a los 94 años debiera dar gracias a Dios por vivir tanto y morirse piola, por eso mejor no internarlo, de todas formas morirá, y si ocurre en manos de enfermeras y médicos, podrían acusarlos de no atenderlo bien, negligencia, y un largo etc. Mejor decir "la edad". Aunque no faltó el médico que quería hacerle "N" exámenes, incluyendo próstata, sin ser especialista en geriatría, gastos y más gastos, cosa que la familia pensó no hacer por "la edad" del nonagenario.
Don Juan moría, en cada tos sanguinolienta, escapaba vida. No hay mucho que hacer. Y si Don Juan no quería ver a otro familiar, era porque su hija mayor teñía su pelo (no sé si para el 18 o para el funeral, o para recibir a las visitas), su hijastro meta tallas, su nieta preparaba notas en su mandolina (o charangocanutodedíadomingocontiritascolgando) que seguro le tocaría en su honor, la nuera limpiando platos, en fin, haciendo lo que hace la gente viva, a pesar de que Don Juan estuviera muriendo. Menos su preferida. Seguro que después quedará pidiendo terapia de sueño, para superar la muerte de su padre, o tal vez para decirle a los demás que ella realmente lo quería, la más santa, la más abnegada, la más loca. Que prefiere morir en vida en honor del finado. Y la cara y la actitud la tenía. Tanto que si se salva Don Juan, su tony no tendrá ningún sentido.
Aunque a Don Juan, eso le importará bien poco, siempre que siga vivo.

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