martes, abril 25, 2006

La Mala Cueva de J

NN tiene amigos notables, como sacados de un libro de Twain.
A J lo conocí un febrero cualquiera en casa de NN, juntó con él venía su padre, que era otro personaje. J manejaba un auto grande, pero de patente L, auto viejo clásico y bien mantenido, medio enchulado con detalles plateados en los tapabarros y a los costados de las puertas. Traían la música a gran volumen, salsa era la especialidad, aunque medio sound, tipo barriada argentina. Bajaron del auto. Se notaba que venían viajando hace rato, pues sus camisas estaban abiertas, al viejo le faltaba el pañuelo de seda roja al cuello y quedaba un dandy. Pelo cano engominado hacia atrás, gruesa cadena de oro al cuello, la uña del dedo chico izquierdo bastante más larga de los normal, como pa'tocar charango o pegarse una raya de coca, incluso hasta pa'pegarle a alguien un tajo en la cara. Camisa rosada a rayas, pantalones de tela blancos, cinturón de cuero café con gran hebilla en forma de cabeza de águila, zapatos sin calcetines. ¡Qué ropa y qué pinta! ¡Y con acento che!.
J andaba algo más piola en su ropa. Más chilena, si existe un estilo así: polera gris, jeans nuevos pero con apariencia desgastada, zapatos de cuero sin cordones. Crerraba su rsotro con grandes lentes oscuros.
Para NN la vsista importunaba, de eso me di ceunta de inmediato, pues de estar tranquilos, quedó en una inquietante actitud de alerta, como presintiendo el peligro. Después caché que no sentía miedo por él, sino más bien por quienes veíamos el espectáculo.
Una vez instalados, NN quiso recibirlos con un asado, pero como su pareja no estaba, al toque ofrecí mis artes culinarias. NN mandó a comprar lo que encargué: carne, pollo, longanizas, vino blanco, ajo, orégano y comino con sal. Y el padre de J empezó con sus opiniones, que al principio eran con esa intención, mas fueron subiendo en tono de apelaciones hasta órdenes directas. Que en argentina la carne va a fuego directo, que nada que ver que comer una carne al disco, que queda como sopa. NN terció rápidamente, tal vez al ver que mi cara ya no era de un cocinero a gusto, sobre todo que el chef debe tener exclusividad en cómo y qué productos usar; con tajante tono, le dijo al viejo che que yo mandaba y punto.
El che se las traía, pero bajo la tutela de NN, pude seguir con la cocina tranqui, tranqui. Pero me faltaban ingredientes, y como J andaba motorizado, va y que se ofrece pa'comprar. Listo y listo, le dije lo que no tenía, hicimos una vaca, y J se sube al auto, no sin antes decirle a su padre que lo acompañe, a lo que el viejo le dice que está cansado, que el viaje. Filo, J salió solo.
Y que le dijeron al viejo. Soltó lengua en tres tiempos. Que su hijo valía hongo, que su esposa lo mandaba, que incluso le compraba propiedades a su nombre, además del auto y otras cosas. Puta el viejo pa'maricón con su hijo, y lo más trágico que estaba yo escuchando, yo que recién lo venía conociendo, que no lo había visto jamás, ni siquiera NN me lo había nombrado. Y a pesar de que J no miraba a la cara cuando hablaba, no pude cachar nada en ese momento. Eso si, como que J delante de NN se mostraba como con un gran cargo de conciencia, como que se veía en su cara que algo no andaba bien con NN.
Estando en eso, que NN empieza por su parte a hacer leña del árbol caído, largando la dura. Y eso pasó en una de sus tantas correrías. J le había dicho a NN que podían obtener cobre a muy bajo precio, que unos locos tenían la movida de sacar harta plata con el movimiento. Fueron al sur, J manejando y NN de copiloto. Una vez cargado el vehículo con los cables de cobre, regresan a Stgo. Tipín 4 de la mañana, en un cruce con semáforo, J se pasa el rojo. Justo detrás venía un radio patrulla. NN le dice a J lo que había hecho. J se pone más nervioso que la cresta. Siguen su trayecto como tres kilómetros, con los pacos detrás, tal vez chequeaban la patente, si estaba encargada por robo, esas huevas que hacen los pacos. J venía sudando sangre, mal. Los pacos seguían detrás, cada vez más agujas. Sobre todo que J trataba de seguir todas las instrucciones que se le venían a la mente. Incluso respetó un paso de cebra, sin que por él pasara ningún peatón. Sonó la sirena. A J le señalaron que estacionará al lado del camino. NN veía el tiritón de pera de J, su transpiración, su miedo. Y NN desprecia el miedo, guerrillero urbano, valiente el hueeta. J se baja de la camioneta, saca su billetera con la mano temblando, le sigue un interrogatorio de rigor. J no puede ocultar su angustia. NN mientras está sentado re-piola. Sabe que decir, hace rato tiene craneado un plan. El paco lo llama, NN se baja con todo el tiempo del mundo, confiado, tranquilo. El paco cacha todo, ducho en analizar a los giles. Le dice: tu socio está que llora, así que hagámosla cortita y cuenta qué pasa con los cables que tiene medio tiritón a tu socio. NN hace gala de su sangre fría, que es electricista, que le habían ofrecido cable pa'hacer arreglos, pero como no le servía, prefirieron traerse el cable junto con los viejos de la movida, pero cuando los pararon, los vejetes cacharon los pacos y salieron de huelo. Y allí estaban ellos, que de puro samaritanos los trajeron. El paco quedó piola, le dijo a NN que era buena su versión, pero que J la estaba cagando con su miedo. Que no le cuadraba la onda de J, así que tenían que acompañarlos para hacer el parte de rigor, llamar al fiscal, en fin, toda la paja de este tipo. NN analizó lo que pasaba. Mal por él si estaba con J, ya que el hueeta no sabía como librar. Llegaron a la comisaría. Nuevamente el interrogatorio, NN repite lo mismo, parece disco, y bien afinado. J entra en contradicciones. Y por eso los envían nuevamente a la celda. NN ve que J está lloriqueando, que de sus ojos sale angustia, dolor, pena, finalmente cobardía. Pero NN tiene gran corazón. Y le dice a J que se calle, que no diga nada, que él cargará con los platos rotos, sobre todo que J tiene hijos chicos, que la señora, pero NN sabe que un día en la cárcel es mucho para J, que lo más lógico es que no pudiera aguantar nada, y que empezaría a cantar, es decir, contaría historias que comprometían a ambos. Mala cosa. Cuando volvieron a salir para hablar con el capitán, NN siguió con su versión, sólo que dijo que la tranza era de él, que J estaba de mala raja, que su única pega era manejar de vuelta, y que él cargaba con la única mala raja de receptar material robado, que lo cachó cuando los viejos rajaron del auto. Simple, pero efectivo. J salió al rato después, pero NN pasó una temporada corta en la cárcel, mientras el fiscal, que no era nada de hueón, investigaba. Finalmente, quedó como lo decía NN: receptación de material robado. Pena bastante menor.
Cuando llegó J de comprar, el viejo y NN dejaron de hablar de él. Pero en mi cabeza seguían dando vuelta las historias contadas de J. Hasta me dio lástima, queriendo ser delincuente, NN y su padre sabían que era un mamón maricón, y yo también.
Y ese día de la comida, J venía a saldar cuentas con NN, pero a su manera. En el fondo venía a invitar a NN para que participara en una movida infalible, pitearse una camioneta repartidora de cigarros, con chofer incluido, onda secuestro. Al principio yo no cachaba su jerga, pero sabía por los ojos de NN que no les gustaba el "negocio". Un tanto arriesgado, sobre todo por J, que ya se sabía que en caso de apuros, no daba con la nota.
Quedó lista la carne al disco. El viejo después de tanto alegar, no dejaba de probar. J daba pequeños mordiscos a la carne. Me dio la sensación del cahorro que espera que el león mayor termine de comer. Al principio, verlos comer con tantas ganas fue placentero, pero noté que NN no comió nada, y que se actitud en vez de ser calmada,era todo lo contrario. Se notaba su desconfianza.
Como no me gustó lo que veía, y no queriendo saber más de la cuenta, inventé la excusa de que se hacía de noche, de que andaba con lentes de sol, y que en esas cincunstancias, no podía manejar de noche. Y me fui.
Al otro día me encuentro con NN. Me plantea que me había visto incómodo con las visitas, y le dije que me había ido por que estaban entrando en terrenos que a mí no me interesaban. NN entendió, de hecho como que siempre se "ha cuidado" de que yo no sepa tantas cosas de él, sobre todo que sabe que yo me muevo en otras líneas, más legales, aunque ni tanto, pero ni cagando en su onda. Me cuenta que J está cagado de la cabeza, que ya es sufiente con los "negocios que ha hecho", y que él está tranquilo cagando traficantes.
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Hace un mes cayó J. Asaltó una camioneta, secuestró al chofer, luego lo dejó en un peladero, antes tuvieron la precaución de sacarle un dispositivo que permite ubicar los camiones cuando los roban. Tranquilo, J se lleva el transporte a su casa, lo que no sabía es que la tabacalera coloca otro gps, pero dentro de los cartones de cigarros, piola, al fondo de todo, los pacos lo detectaron y llegaron a buscarlo. J arriesga 15 años por secuestro, más otros años más por los robos, ya que le encontraron especies de robos anteriores. J ahora llora todas las noches. Lo supimos cuando un preso llamó a NN desde la cárcel y le contó como estaba J.
Mala cueva la de J o es más mala cueva tener un padre como el que él tiene. O tal vez, no da el largo, simplemente.