viernes, febrero 16, 2007

30º Sur y 70º Oeste en el Valle de Elqui, en Cochiguaz



Hacía rato que quería hacerlo. Tirar la vida a la cresta, hacer una pausita, detener la "normalidad" de Chago City. Virar simplemente.
Apresurado bolso, al final heché más ropa de la necesaria y me faltaron otras cosillas que jamás pensé que necesitaría, aunque con gusto habría ido con lo puesto.
Serena está igual de apapayada, el mismo clima, la misma gente, las mismas gratas historias, el mismo vino, los mismos abrazos y afectos. Nunca pensé que me recordarán con tantas ganas de verme. Como un resorte aparecieron, JajaPaez y sus dos locales de pollo, Verito y sus lindos hijos, Dorellana y su centro en Altovalsol, Coca y su pena por la ausencia terrenal de su abuela/madre (lamento profundamente la pérdida, alguna vez aunduve en la Posta de la Serena con ella, esperando que se recuperara). PP y su vida docente.
Poco pude estar, los planes eran salir de las casas de techo bajo, y buscar dormir a campo abierto, con las estrellas vigilando el sueño.
Una vez terminado el desastre de Copa Davis (el estadiomecano estaba en 4 Esquinas, cerca de la casa de los Salinas Ortega), partimos rumbo a Cochiguaz, pasando de largo todos los lugares turísticostaquilladecarretejuvenil (en Río Mágico hay un expendio comercial que se llama ALMA ZEN ¿?), con toda la vendí'a de pomá' de lo místico oriental y que poco menos, hasta las galletas Tritón están cargadas de buenas ondas del Valle, según lo modé.
Eso si, muchos recuerdos: Puclaro, Rivadavia, Quebrada de Talca, Vicuña, Diaguita, Altovalsol, Mamalluca. Todos esos villorrios quedaron atrás, en distancia y recuerdos, más arriba era el asunto.
Pasado Pisco, el camino se vuelve una huella, mínima expresión para que un auto Toyota pasara con cierta seguridad, de copiloto, varias veces pensé que saldríamos del camino, pero más cuestiones de angustia imaginaria que de algo real. El valle subiendo se angosta, parece que las paredes de rocas se vienen sobre la cabeza. Tan angosto es el caminito, que varias veces al encontrarnos con autos bajando, tuvimos que retroceder, buscando un espacio adecuado.
Finalmente, el camping. En el medio del valle, el río Claro marca su bajada, desde arriba, a la altura de los grandes masisos andinos congelados, gota a gota, se torna bramante, claro, puro y frío. Montañas, 100 metros de valle, al medio el río y luego más montañas. Una gran V, y en medio la carpa, mi colchón inflable, saquito y muchas espectativas (incluida la lectura de dos novelas, que ya hablaré de ellas en su momento, lógicamente que adquiridos en la Feria del Libro, versión XXII).
Mi celular se fue a la cresta, sin señal, aunque lo más raro es que la batería me duró la "p", como si un vampiro electrónico se hubiera chupado toda la carga.
Eso si, el lugar es raro, sin lugar a dudas que tiene algo (mientras escribo, Paez llama). No es algo materialmente racional, ni menos espiritual, se siente algo. Aunque muy difícil de definir. No dan ganas de comer, de beber, es como si estuviera lleno de sensaciones, por lo tanto no se requiere "nada" más. Pero nada. Eso si, al tercer día, mareado de energía, en la noche, una vez que evaluaba el viaje y otras cosas, ataqué ganas de vomitar (perdón por el término), raja'o salgo de la carpa, abriendo cierres, y bajo las gran Nube de Magallanes, expulsé todo lo estomacal. Al rato colitis, pensé al toque, gastroenteritis, mínimo tres días de reposo. Sudé sentado con manga y pantalón corto (gracias al camping, la tacita del baño estaba limpia). Pasó. Y vaya cuan rápido me sané, que al otro día ni rastros del malestar, salvo el recuerdo en mi garganta y traquea por el esfuerzo hecho. Sano. Pleno, lleno y a la vez, vacío estomacalmente.
De regreso, sentí que no sólo expulsé algo malo de la guata. El año se fue. Listo, y ahora más listo pa'dar la pelea a lo que se viene, la pega, la vida. Y no es que ahora diga "mi vida cambio", ni menos que "el valle me limpió", como una especie de sanación, eso se lo dejo a los que creen que es posible explicarse la vida desde lo místico. Pero que estar mirando nebulosas, nubes estelares, satélites, piritas, espinos, insectos enormes, cuarzos y agüita limpia, pucha que calma. Dejé de ser Rabioso y si muy Quiltro. Como siempre debió ser. Como siempre fui.

1 Comentarios:

Blogger Gabriela dijo...

Que bueno es saber que ya no esté en los planes seguir siendo rabioso sin saber cuando detenerse. Tampoco creo que sea la esencia de este perro ser quiltro porque el que nace chicharra…
El valle, vale la pena respirarlo hasta expulsar “la mala vibra” o será algo así como el sistema nervioso que nos avisa que estamos con la necesidad de cambiar el interior? O desde adentro, para que suene místico.

4:27 a. m.  

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