martes, febrero 14, 2006

Domingo, Tarde de Perros

Las tardes de domingo en ChaNavia son terriblemente fomes, sobre todo si andas sin un peso. Muchas tardes andaba sin ni uno, mas con energía pa'tirar patas, onda patiperrear, salir a dar la vuelta.Esa tarde no sería la excepción. Sin ni cobre. Y con un aburrimiento que te mata el alma, de puro fome. El Negro, gran amigo desde cachorro, andaba casi en las mismas, aburrido, pero con algo de plata. Nos cachamos en en un pasaje de la pobla. Yo entrando y él saliendo. Hola perro, hola negro, los saludos de rigor, y por sobre todo, un gran afecto, respeto, hermandad de perros de pobla. Voy saliendo, me comenta, a pololear. Puta la mala cueva. Debió ver mi cara. Una cerveza, me invita, total, andaba con la garganta carraspeando, en enero el caregallo pega firme. Y la sed se intensifica, mil veces, diría con seguridad. Vamos no'más. El barfuentedesoda, quedaba en la esquina, justo pa'ver pasar la micro, único medio de transporte posible, por las pocas mone'as. Listo. Tomamos asiento. Llega la dueña, que es vecina del barrio. Una cerveza escudo, de litro, heladita, con vapor por sus bordes, de puro hielo. Dos vasos, y a brindar, con un gran sorbo, como catando la cerveza, que siempre tiene el mismo sabor, a la misma temperatura, pero, el gran pero, depende con quien uno esté o solo, la cerveza en ese aspecto cambia sutílmente de sabor. Después sorbos cortos, de brindar y saber que ha sido de cada uno. El negro se relaja, y habla por los codos, como atropellando las ideas, de tanto tiempo de no conversar. Un cd de U2, otro de Charly García, el flaco Spinetta, variado el Negro en sus gustos. Yo de la carrera, de mi pega en un casino de mala muerte (que es otra historia), de la vida literaria, de la música en cassette pa' una radio universitaria montada pa'los compañeros, de fiestas pa'ayudar a la comunidad. Y la segunda cerveza, y una micro que pasa pa'donde su mina. No importa, no ando apurado, apura a decir Negro, mientras se toma el cuarto jarrón de cerveza. Yo el quinto, soy más ansioso, y apuntando pa'la sexta. Luego, las peripecias del Negro, que siempre son pa'cagarse de la risa, de la mina que conoció en una marcha, de los partidos de la U, donde con el perro Rata, saltaban en el tablón, hgritando por el Bulla, que siempre estaba en la medianía de la tabla, pero con una barra increíble, mística diría. Y no que aparece el Rata, como cachando el encuentro fortuitamente, con un olfato a los amigos sorprendente. Dos más. El Rata trabajaba. Pulento. Y otro jarro schopero, como le gustan al Rata, que hasta lo rayaba en las paredes con un "ir borracho no es delito. PGB Partido Gente del Bar". El Negro va donde su mina. Bkn dice el Rata. Hace hora, comento. Y las historias del recién llegado no tardan en llegar. Entretención pura en los relatos, contar y contar cuentos. Como en "El Gran Pez". Que la mina de la marcha, Negro, que ando con ella, que vive en Pudahuel, pa'bajo, que se llega caminando. A la quinta cerveza terminada, ya tres micros pasaron. La polola se fue a la cresta. Ya llevaba una hora y media atrasado, y eso que el Negro nunca ha sido puntual. Una vez me estuvo espereando a mi y a mi polola, dos horas en el norte. DOS HORAS. Pero ni ahí. Tiramos pata, pa'donde el Rata tentaba, las minas de la marcha. Al pararme caché que mi presentación no era de primera. Mis dos socios también cacharon. Tres cervezas, una en cada mano, y a escuchar a U2, en el segundo piso de la pieza del Negro, que las minas podías esperar por esta noche. La amistad, no. Y menos las historias.

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