martes, febrero 14, 2006

Mis Amigos Perros

Como perro de calle, la vida se hace dura, casi diría insolente, pues te pega donde más duele, en el bolsillo, que es de perro, sinniuno, así de literal. La vida es difícil, sobre todo si no cuentas con otros para salvar. Onda la mone'a solidaria, aquella sacada a los hermanos, a los cuñados, y cuando ya na' de na', está el perro solidario, entrañable camarada de mil noches furtivas y borrachas, donde el ánimo andaba en el purgatorio del Dante, por las minas, las viles minas, las que te hacen llorar hasta la mierda, te sale hasta el alma en cada lágrima derramada, y lo peor, es que la vil puta no vale ni siquiera el saludo. Y el perro solidario, el yunta, el compañero salva pulento, siempre contigo. Una vez me curé raja, me quedé en posición fetal en un rincón de un antejardín que daba a la calle, una noche oscura de invierno, estaba mal, en depresión, varios copetes de más, doloroso, hasta los pelos duelen, y la gente en la fiesta, y uno ni ahí, estaba en medio de la nada, sin razón ni entendimiento, en el colapso mental, a punto ya de la inconciencia alcohólica, tirado en la vida, y el perro amigo, nunca, nunca me dejó solo, creo que hasta perdió una buena oportunidad de pegarse un polvo por estar conmigo. Ahí, arrinconado a la pena, más muerto que vivo, me paré, miré al socio, y nos fuimos a brindar la pena con vino de cauquenes. Gran vino. Gran amigo. Y otros amigos más, pero después.

0 Comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]

<< Página Principal